LA VIRGEN DE LAS ROCAS
La primera versión de este cuadro, conservada en el Louvre de París, fue pintada en el momento en el que Leonardo llega a Milán, a partir del verano de 1482, por encargo de la Cofradía della Conzecione de Milán; esta tabla era la central de un tríptico completado por Ambrosio de Predis. La segunda versión, a la que corresponde esta imagen y que se conserva en la National Gallery de Londres, fue realizada bajo la dirección de Leonardo, que pinta partes concretas de la misma; pero, en general, puede atribuirse a De Pedicis. En esta representación de la Virgen, el Niño y San Juan, donde se incluye además la figura de un ángel, Leonardo plantea una composición piramidal y centrada, ordenada mediante la disposición de las figuras y por las actitudes de las mismas, que confluyen en la visión del Niño como punto central. La posición de las manos de los personajes y sus actitudes marcan un ritmo apacible y van definiendo un círculo, establecido por las propias cabezas de los personajes, que complementa la centralidad establecida mediante la pirámide compositiva. La escena se enmarca en un refugio rocoso, absolutamente irreal y sobrecogedor.
¿Por qué la literatura ha hecho famosos los misterios que rodean el mural de La Ultima Cena y, sin embargo, ha ignorado las intrigas que rodearon a otra de las grandes obras de Leonardo da Vinci, La Virgen de las Rocas?
No es que pretenda, a estas alturas, dar ideas a nadie para una nueva novela, pero tras esta cuestión se esconde todo un universo de acertijos e intrigas al más puro estilo de Leonardo, que no me resisto a compartir con mis lectores.
Veamos: Da Vinci se vio obligado a pintar su célebre Virgen de las Rocas dos veces. Era, no había duda, una nueva tabla leonardiana a sumar a las que hoy penden de las paredes del Louvre en París y de la National Gallery en Londres. Al parecer, esa composición llegó a una colección privada de París, la Chéramy, a principios del siglo XX, desde donde pasó a un propietario suizo que la cedió para la muestra Leonardo: Genio e visione in terra marchigiana.
¿Por qué Leonardo da Vinci pintó nada menos que tres veces una misma composición? ¿Y por qué a cada nueva versión le añadió o borró pequeños detalles, aparentemente sin importancia? ¿Encierran esas diferencias algún código secreto, real, pendiente de ser descifrado?
UNA TRIPLE INCOGNITA.
Las tres Vírgenes de las Rocas recogen, en esencia, una misma escena: en ellas puede verse a la Virgen en actitud protectora, extendiendo sus brazos sobre dos niños que representan a San Juan y a Jesús, bajo la atenta mirada del arcángel Uriel. La acción se desarrolla en el interior de una cueva, desde donde el espectador admira el abrupto paisaje que lo rodea. Pero semejante escena no está recogida en ningún pasaje bíblico. En parte alguna del Nuevo Testamento se habla de ese encuentro entre San Juan y Jesús durante su infancia, y mucho menos que éste hubiera tenido lugar en una gruta camino de Egipto, como explicó Leonardo en su tiempo.
Entonces, ¿de dónde obtuvo su inspiración el maestro?
La primera de esas tres tablas fue encargada a Leonardo y los hermanos De Predis para decorar el altar mayor de la iglesia milanesa de San Francesco el Grande, en 1483. Pero la ejecución de aquella pieza no satisfizo a sus mecenas, frailes de la Orden de San Francisco. Ninguna de las figuras mostraba halo de santidad, algo extraño, sobre todo si el atributo se escatimaba al mismísimo Niño Dios. Además, el infante que dominaba la composición era San Juan y no el futuro Mesías. Además, si a esto le añadimos que lo encargado a Leonardo fue una Virgen rodeada de profetas (que en su pintura no aparecen por ninguna parte), la polémica vino servida desde el principio. ¿Por qué Da Vinci se salió del guión franciscano? ¿Y por qué se vio obligado a pintarla tres veces?
Pietro Marani, codirector del equipo de restauradores de La Ultima Cena, estudió con atención el asunto y descubrió la clave hace sólo seis años: «Parece que Leonardo se inspiró en el Apocalipsis Nova, un texto semiherético escrito por el venerable Joâo Mendes da Silva, también conocido como Amadeo de Portugal», dijo. El tal Amadeo, según Marani, fue un ceutí de dudosa reputación que defendió en sus escritos que la Virgen y el Bautista fueron los verdaderos protagonistas del Nuevo Testamento y, por tanto, los artífices de la fe cristiana. Y no Jesús. Al tomarlo como fuente de inspiración, Leonardo estaba desafiando a sus patrones. Pero, ¿por qué?
JESUS Y SU HERMANO GEMELO.
Como era de esperar, los frailes de San Francesco el Grande no aceptaron aquella Virgen de las Rocas y pusieron el asunto en manos de los tribunales. Tras más de una década de agrias disputas, los jueces obligaron a Leonardo a pintar otra tabla para su altar mayor, pero el toscano, testarudo, repitió el tema salvo en los detalles menores. De ahí surgió la segunda versión, que hoy se exhibe en Londres. Pero ¿y la tercera? ¿Cuándo y por qué ejecutó Leonardo esa especie de versión intermedia que pudimos contemplar en Ancona?
Hoy esas tres versiones se encuentran dispersas por Europa, esperando que alguna futura exposición las junte por primera vez. Cuando se haga, habrá que fijarse en los halos. En la del Louvre no figuran; en la de Chéramy sólo lo lleva la Virgen, mientras que en la londinense todos los personajes lo lucen. ¿Una clave? ¿Para decir qué?
Mientras se resuelve esa duda, bueno será que nos centremos en otra de las fascinantes polémicas que ya acompañan a esas tablas.Y es que, observadas con cuidado, en las versiones del Louvre y de Chéramy, los niños San Juan y Jesús parecen hermanos gemelos.Ambos comparten el mismo pelo, los mismos mofletes y hasta idéntica sonrisa. Y algunos autores, entre los que me incluyo, creemos que eso no se hizo por azar.
Paradójicamente, la respuesta a esta incógnita se expuso en la misma muestra de Ancona, a pocos metros de la tabla leonardiana.Allí pudo contemplarse hasta el pasado 8 de enero una obra de un imitador de Leonardo llamado Bernardino De'Conti (1450-1525), titulada Los tres niños santos. Y en ella, admirarse los retratos de San Juan, Jesús y ¡su hermano gemelo! Hasta el catálogo de la muestra lo admite: «Obra sugestiva que afronta el tema, inusual y de naturaleza gnóstica, de Jesús y de su doble».
Una vez sobrepuestos a la sorpresa, descubrimos otra increíble coincidencia: los gemelos de De'Conti están representados exactamente con los mismos gestos que los niños de La Virgen de las Rocas.Para los comisarios de la exposición no hay duda: De'Conti se inspiró en cierta creencia cristiana apócrifa, perseguida, que sostenía que Jesús tuvo un hermano gemelo. Y esa historia, por increíble que parezca, resulta hoy muy familiar a los expertos en los primeros siglos del Cristianismo.
En efecto. En Egipto, en una de las vitrinas del Museo Copto de El Cairo, se muestra aún un fragmento de un viejo texto piadoso que empieza así: «Éstas son las palabras secretas que Jesús vivo pronunció y que el mellizo, Judas Tomás, anotó». Ese libro, uno de los 52 descubiertos en una tinaja desenterrada en la aldea de Nag Hammadi, cerca de Luxor, en 1945, forman parte de la llamada tradición gnóstica. Fueron éstos una clase singular de cristianos, que consideraban su cuerpo una cárcel de la que debían librarse para alcanzar la verdadera espiritualidad. Sus textos, perseguidos y destruidos por la Iglesia que se formó a partir del siglo IV, desaparecieron de la faz de la Tierra. Hasta 1945 apenas se conocían los fragmentos de sus obras citados por los padres de la Iglesia o por los inquisidores que los combatieron. De hecho, su persecución obedeció en parte a creencias como las del hermano gemelo de Jesús. Según ellos, Tomás, el discípulo incrédulo, no se llamó así, sino Judas. Tomás fue su sobrenombre, que en arameo significa gemelo. El Evangelio de Juan abunda incluso en esa identificación, al llamarlo Tomás Dídimo. Y Dídimo, en griego, también significa gemelo.
La duda es ¿cómo llegó esto a oídos de Bernardino de'Conti o de Leonardo? ¿Quiso el genial Da Vinci disfrazar la creencia en el gemelo de Jesús en su ya de por sí herética primera composición de La Virgen de las Rocas? ¿Fue eso lo que lo mantuvo en sus trece al ejecutar la versión de Chéramy? En realidad, nada puede descartarse en este terreno. Giorgio Vasari, pintor contemporáneo del maestro toscano y también su primer biógrafo, dijo de él en 1550 que «Leonardo llegó a tener unas concepciones tan heréticas que no se aproximaba a ninguna religión, pues tenía en mucha más estima el ser filósofo que cristiano».
OTRA VERSION DE LA VIRGEN DE LAS ROCAS
"La Virgen de las Rocas", una de las más famosas obras de Leonardo da Vinci, escondió durante más de 500 años un dibujo del genial artista, que acaban de descubrir los investigadores de la National Gallery.
Mediante el uso de rayos infrarrojos, los expertos lograron rastrear los trazos del artista debajo del famoso cuadro, que representa a la Virgen María en una caverna. El dibujo hasta ahora oculto muestra a una mujer arrodillada, que se lleva una mano al pecho y la otra se extiende hacia algo que, según los expertos, sería el Niño Jesús, en una escena muy popular entre los artistas del Renacimiento. Los investigadores creen que ése era el proyecto original del artista y que cambió de opinión a poco de comenzar a bocetarlo.